Os agradezco que estéis leyendo estas líneas. Yo les doy vida, y con vosotros cobran sentido. No me leáis porque sí. Quiero que tengáis un motivo por el cual necesitéis o sintáis que, estas letras os van a contar algo y es lo que andabais buscando. Quizás muchos ya habréis desistido en el intento, cambiado de página o pensado: “qué pérdida de tiempo”. Si es así, no sigas leyendo y los dos haremos como si no nos hubiésemos conocido. Pero si no, te invito a mi pequeño rincón en el que publicaré tres entradas al día, en el que te haré participe, en el que te haré sentir que tienes un sexto sentido. Y sobre todo a hacerte creer que, de veras, existe una fibra sensible que puede inter-conectar con las personas.


lunes, 18 de abril de 2011

Ella y él.

Ella era joven, pero estaba necesitada de amor. Iba en busca de ese alguien que fuera capaz de aceptar sus defectos y al parecer, lo había encontrado. Él, un chico de la calle, con apariencia de “chulin” y un poco de “hacerse el duro”, no buscaba nada serio.Quería disfrutar de la vida, pasárselo bien con sus amigos y llevarse a alguna que otra mujer a la cama. Pero de repente,  esa fuerza latente empieza a cobrar vida. Se acaba de encender la llama del amor. Saltan chispas procedentes de unos polos opuestos que creyéndose desconocidos, hacen que surja lo inquebrantable. De película. Se habían hecho realidad sus sueños. Han empezado una historia. Estan juntos.

Llegan los días felices, los regalos de navidad, las celebraciones, los cumpleaños. El vivir el momento. San Valentín y todo lo que conlleva las dos palabras mágicas, las seis letras silenciosas, simples y eternas: el amor. Vuelven a sentir lo que se siente de niño, la libertad, las ganas de ver a alguien, el echar de menos, el suspense de las sorpresas y el sentir como baila debajo de tu camiseta el viento. Esa persona que te hace sentir como si no hubiera nadie más en el mundo, dedica su vida a ti. Llena tus días de sorpresas, de viajes inoportunos, de momentos inesperados, de fotos congelando momentos que nunca antes viviste. Miles de recuerdos que guardas en tu escondite preferido.Sí, ese que temes que descubra tu madre. Y todo porque son tus cosas, y en esto estáis los dos solos. Él y tú.

Los problemas están de lado. Las discusiones no eran parte de vuestra vida, y las malas decisiones se disimulaban con todo lo bien que hacíais. Pero sin más, ocurren. Los días ya no son tan bonitos, ya no quedan plastidecor para pintar el cielo de colores.Todo es gris. Reina lo absurdo, las inconcurrencias y los errores. Se te viene el mundo encima, después de pensar que esto no tenía fin. Él te engaña, y tú no le sabes perdonar.

Le odias. Piensas en si ha habido un motivo para que todo lo hecho durante todo este tiempo se haya venido abajo. Ya no hay razones para pensar que él te sigue queriendo. Y ahí estás tú, desolada. Dándole vueltas a un problema, que para ti no tiene solución. Eres incapaz de verle, de coger sus llamadas. No quieres saber nada más de él. Para ti todo se ha acabado.

Lo que no sabes es que él todavía se muere por ti. Todavía piensa en cada mañana que ha pasado a tu lado, y cuenta todas y cada una que han pasado después de su error. Él tampoco se lo perdona.Y es que cambiar una chica que te gusta por una que te quiere, no tiene sentido. Él está perdido, pero por tus huesos. Se da cuenta de que tú has sido quien le ha sacado de sus casillas. Quien ha sabido sacar de él su parte más desconocida. Su pequeño rincón que nadie más conoce. Él no tiene miedo a que alguien lo descubra. Su corazón tiene una herida que pone tu nombre y un te quiero. Y esta no cura con el tiempo.Es más, cada día que pasa sin encontrar tu perdón, ésta no sutura y va dándole credibilidad a la idea de que tu ya no volverás.