Os agradezco que estéis leyendo estas líneas. Yo les doy vida, y con vosotros cobran sentido. No me leáis porque sí. Quiero que tengáis un motivo por el cual necesitéis o sintáis que, estas letras os van a contar algo y es lo que andabais buscando. Quizás muchos ya habréis desistido en el intento, cambiado de página o pensado: “qué pérdida de tiempo”. Si es así, no sigas leyendo y los dos haremos como si no nos hubiésemos conocido. Pero si no, te invito a mi pequeño rincón en el que publicaré tres entradas al día, en el que te haré participe, en el que te haré sentir que tienes un sexto sentido. Y sobre todo a hacerte creer que, de veras, existe una fibra sensible que puede inter-conectar con las personas.


martes, 5 de abril de 2011

¿ Sabéis por qué escribo tanto sobre el amor?


Porque es de lo que carezco, y más echo en falta. Me imagino mil historias en las que a veces soy participe. Me enamoro, me desenamoro. Soy correspondido, y muchas de ellas soy feliz.Diálogos que nunca tuve, o las palabras que nunca supe decir. O todas esas escenas, descritas detalle a detalle que yo en realidad no supe valorar, o que simplemente no he vivido por culpa de buscar razones a lo que el corazón siente.Pero todo eso lo bordo en el papel, gracias a un tintero y una imaginación que solo transmite lo que es capaz de querer vivir, pero que en 
realidad, estoy falto.

Falto de cariño, de mimos, de abrazos, de besos, y de palabras bonitas de esas que te hacen sentir especial. De esas que te hacen sentir querido.
A veces, me acuerdo de los momentos que he vivido y he hecho pasar cuando he convertido el amor en error, a un sentimiento de culpa, y a causar daño. Y desde luego, ninguno de esos finales correspondía al que yo me imaginaba en mi cabeza, al que mis palabras escritas en alguna de aquellas cartas que nunca mandé por correo, describían en una aparente ficción que se distanciaba a años luz de la realidad.
A todo este jarro de agua fría, puedo añadirle el concepto de amistad. Unánime, inconfortable. Como una pared hueca, y que se puede destruir con un solo movimiento de agujas del reloj. Que cojea, mires por donde la mires. Y que tiene por título; abocado al cambio. Ésta, escasea de confianza, de compañerismo, de libertad, cordialidad, de franqueza, de sencillez, de sinceridad, de afecto, de lealtad, de camaradería y de todas aquellas piezas clave que forman sus cimientos y que de fondo le acompaña una triste melodía.
Esto me hace pensar en voz baja, en no poder contarle a nadie todas las inquietudes que me incordian. Todas aquellas cosas que temo, que me agobian, me hostigan y hasta a veces son una carga para mí. Todos los problemas que me surgen, y que tengo que buscar solución yo solo. Porque me veo ahí, entremedio de la nada, sin ver a penas horizonte y nada en lo que poder sostenerme, apoyarme e intentar ayudarme a salir de tal apuro.
¿Y sabéis? Es por eso, por lo que escribo tanto. Porque es mi pequeño rincón en dónde hablo conmigo mismo, y me imagino en una situación mejor a la que puedo sentirme en ese momento. Ahí es cuando me olvido de todo, y desaparecen todas esas pequeñas heridas que a lo largo del tiempo he dejado que me hicieran. Es como la medicina a mi propia ignorancia. Como ese alguien que siempre he deseado tener, que me escucha, que me conoce, y que no espera de mí llegar a un punto y final.Ese folio en blanco que me ayuda, aunque sea entre lágrimas, a imaginarme ser feliz sin pedirme nada a cambio.

Juntos, de nuevo.


Te he llamado, y he escuchado la voz otra chica. Otra chica que no eras tú. Otra voz, que no era la tuya, y me decía: " el telefono al que llama tiene restringidas temporalmente las llamadas entrantes".
Desde aquel trágico día, no había vuelto a marcar tu número. Ese que me aprendí de memoria, por todas las llamadas que nos hacíamos cada día, para sentirnos arropados, para decirnos cuantos días nos quedaban para vernos, o el buenas noches de siempre. Te echo muchísimo de menos.
Ahora me doy cuenta que, dos años después, todavía no lo he aceptado. Sigo manteniendo la esperanza de que esa llamada la cojas tú, y me contestes con la alegría con la que lo hacías siempre. Cuanto te añoro. No te lo puedes ni imaginar.
Te recuerdo cada día, y en cada uno de ellos te necesito y me vuelvo débil sin esa confianza que tu tenias en mi, haciéndome creer que podía con cualquier cosa y ahora ni si quiera sé como salir adelante de todo esto. No sabes lo difícil que me resulta la idea de superarlo.
Aquella frase tan tuya de; "te querré siempre pase lo que pase, no lo olvides" me enseña que voy a tener que aprender a volar. Y esta vez, tiene que ser bien alto. Porque parece que no va a haber forma de que vuelvas. Pero nos espera una vida eterna en el cielo. Juntos, de nuevo.

Viajemos juntos.


Hablando de promesas quiero que soñemos juntos. Que indaguemos nuevos mundos, y aprendamos a ser el uno con el otro un solo corazón.
Vamos a hacer cuatro viajes. Cada uno de ellos distinto a los demás. Únicos, exuberantes. De esos que siempre te acuerdas y quieres volver a revivir. Tú y yo sin problemas, sin nada ni nadie que estropee nuestros planes, sin miedo a que algo fracase.
Tres de ellos quiero que los elijas tú. Podemos ir a la Torre Eiffel de París, o pasear en góndola por las pequeñas calles de Venecia. Recorrer la gran muralla china. Incluso ver la bonita playa de San Sebastián. También podriamos ver lo pequeño que es nuestro amor comparado con las pirámides de Egipto. O sentirnos como príncipes y princesas en cualquiera de los castillos del Reino Unido. O si nada de esto es lo que quieres, podemos ser náufragos en cualquier isla perdida entre los cinco océanos del mundo. Y a todo esto, elijas lo que elijas, el último viaje que nos quede lo haremos juntos. No sé muy bien a dónde, pero contigo estoy seguro que será un bonito destino.