- Dime algo bonito. Algo que me toque la fibra sensible. Que me ponga los pelos cómo escarpias. Que me salten las lágrimas. Pero dímelo. Dímelo tú. Sólo quiero que me lo digas tú.
- Cuando uno se da cuenta, que a su lado tiene una persona imperfecta. Que hace por ti, todo lo que puede y más. Que en ningún instante hace el mal a propósito. Y si lo hace, viene y pide perdón. Que se equivoca, pero acepta el error. Y continua adelante. Pero que sobretodo, sabe vivir los buenos y los malos momentos. Y sin dejar de lado lo importante. Uno se da cuenta de que esa persona que tiene enfrente, mucha gente la verán como alguien normal. Como alguien que no tiene nada de especial. Y que ni si quiera merece la pena. O sin más, no se fijan en ella. Ni tan siquiera le dan la oportunidad de demostrar cómo es como persona. Pero gracias a Dios, he podido conocerte. He podido saber quien eras, y compartir contigo maravillosos momentos. Y no sabes lo orgulloso que me siento al pronunciar tu nombre. Al escribirlo. Al dibujar un corazón con tu inicial y la mía, como si fuéramos dos niños. Y no me da coraje, salir ahí fuera y gritar a los cuatro vientos lo mucho que te quiero. Lo mucho que te anhelo aunque estés a mi lado. Y lo mucho que te echo de menos a la vez. Porque te quiero, y quiero mucho más de ti. Porque una vida sin ti, no sería vida. Y si solo tengo una, que nadie me la quite, porque no quiero perderme ni un segundo de ti. Porque contigo es con quien la quiero compartir. Porque todavía me quedan muchas más cosas por conocer de ti. Y aún así, me va a saber a poco. Y si Dios quiere, tú y yo seremos para siempre. Tu y yo, en la vida eterna. Siendo felices juntos. Sin dejar de amarnos.