Os agradezco que estéis leyendo estas líneas. Yo les doy vida, y con vosotros cobran sentido. No me leáis porque sí. Quiero que tengáis un motivo por el cual necesitéis o sintáis que, estas letras os van a contar algo y es lo que andabais buscando. Quizás muchos ya habréis desistido en el intento, cambiado de página o pensado: “qué pérdida de tiempo”. Si es así, no sigas leyendo y los dos haremos como si no nos hubiésemos conocido. Pero si no, te invito a mi pequeño rincón en el que publicaré tres entradas al día, en el que te haré participe, en el que te haré sentir que tienes un sexto sentido. Y sobre todo a hacerte creer que, de veras, existe una fibra sensible que puede inter-conectar con las personas.


sábado, 2 de abril de 2011

En la mayoría de cosas me retiro.



Puede que no te hayas preguntado nunca lo que sientes por mí. Ese acumulo de sensaciones, unas que ya conocías, y otras dispares. Que, a veces, te vuelven loca por un solo instante.
Unas veces crees que me odias, y lo mandarías todo a la mierda. Y muchas otras, me quieres y nunca te separarías de mí. Y es que no todo es de color de rosas, y ni si quiera yo sé regalarte la felicidad como tal. Sólo acompañarte en el camino, y que aprendas a caminar y seguir adelante, aunque en algún que otro momento pienses que todo va mal. Y pese a ello, que aprendas a saber que tienes que aguantar. Y que sin mí, no podrías estar.
Porque no sólo son los buenos días, el cómo estás, o cuéntame algo. Ni si quiera, el acento de cada una de las palabras que rodean tu vida darían sentido a la tuya si yo no estuviese.
Lo único que hago es crear en tu día a día, recuerdos leves. Porque si algún día te decides a acabar con nuestra historia, ellos te la hagan recordar mientras yo no esté. Te hagan volver a sentir, que pese a la toma de decisiones, muchas veces incorrectas, debiste tener la suficiente frialdad para aceptar que estabas completamente enamorada.
El amor no decide por ti, ni tu ni yo, ni nadie. Simplemente el tiempo nos enseña a que pequeñas historias como estas, deben ser propias de un destino tenue. Suspicaz, y voraz. Que nos enseña que compartir tus momentos con alguien, merece la pena. Y hay algo en cada uno de ellos, que nos hace sentirnos vivos. Y que aunque pase el tiempo, los puedes volver a sentir con la misma intensidad que los sentiste por primera vez.
Y puede que no sea hoy el día, y quizás tampoco mañana. Pero aunque los días transcurren de forma desigual, el tiempo nos pone a cada uno en nuestro lugar. Y puede que nunca sepas lo que, realmente, pensaba. Ni si quiera yo, que es lo que sentías. Pero siempre nos quedara ese algo, que te hace creer que si no fuéramos personas humanas, y no hubiésemos cometido tantos errores, seriamos felices juntos.
La diferencia de todo esto, es que entre nosotros no pasó nada malo. Ni si quiera sabia como te llamabas, ni quien eras. Ni si quiera nos besamos, ni acabamos en la habitación de un hotel. Solamente compartí contigo un momento de mi vida, disfrutando de ti, y pasando las horas de un día. Tú y yo, los dos solos. Sin problemas, ni discusiones. Simplemente, disfrutamos el uno del otro, sabiendo que al día siguiente ninguno de los dos sabría quien era el otro. Pero sabiendo, que esa noche era una de las mejores de nuestras vidas. Porque no hubo nada que la estropeara.
Y entonces, como al día siguiente de conocerte. Hoy, me acuerdo de ti. Y ahora me doy cuenta, que eras mi chica. La que todo este tiempo he estado buscando, y no he encontrado. Así que dejo de lado las medias tintas, y las chicas de una sola noche. O aquellas que crees conocer, y luego no te hacen sentir especial.
Contigo conocí, que una chica en un día me puede enamorar. No puedo dejar que algún día me sienta arrepentido por no salir ahí fuera a buscarte, por no luchar por encontrarte, y darme cuenta de lo que me he perdido.
No puedo permitirme no saber, lo que sería una vida compartida contigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario