Os agradezco que estéis leyendo estas líneas. Yo les doy vida, y con vosotros cobran sentido. No me leáis porque sí. Quiero que tengáis un motivo por el cual necesitéis o sintáis que, estas letras os van a contar algo y es lo que andabais buscando. Quizás muchos ya habréis desistido en el intento, cambiado de página o pensado: “qué pérdida de tiempo”. Si es así, no sigas leyendo y los dos haremos como si no nos hubiésemos conocido. Pero si no, te invito a mi pequeño rincón en el que publicaré tres entradas al día, en el que te haré participe, en el que te haré sentir que tienes un sexto sentido. Y sobre todo a hacerte creer que, de veras, existe una fibra sensible que puede inter-conectar con las personas.


miércoles, 30 de marzo de 2011

Bajo la lluvia.


Fue aquel día que estábamos los dos bajo la lluvia. No creo que te acuerdes, porque parece que para ti este todo olvidado.
Aún así lo voy a describir, porque para mí fue uno de los momentos más felices de mi vida.
Lo recuerdo perfectamente:
Fuimos al mirador a ver ese paisaje tan bonito que a ti tanto te gustaba. Mirar al horizonte era para ti, como volar. Te hacía pensar en lo lejos que están las cosas, y lo pequeña que te sentías tu comparado con todo aquello. Te hacía sentir lo que era la libertad. Te daban ganas de mirar por el acantilado, y ver lo que había allí debajo. Y por qué no, pensar por un momento que pasaría si te lanzaras desde allí en lo alto.
Te sentías importante a través de todo aquello. Y la verdad, es que conocí lo que era la felicidad cuando pude ver esa sonrisa en tu rostro, iluminada por aquel cálido sol, entre la brisa y el sonido de las olas.
Fue entonces, cuando te sentaste en el banco y yo fui enseguida para retumbarme y apoyar mi cabeza en tus piernas.
De repente, empezó a llover.
Suspiraste, y me dijiste: “No me gusta nada la lluvia, y mucho menos ahora, con lo bonito que era este momento”
Lo pensé dos veces, antes de decirte algo.
Sabes una cosa? No creo que la lluvia haya estropeado este momento. Es más, antes cuando estabas mirando al horizonte, no he podido dejar de mirarte. Creo que ni he parpadeado, y hasta me han caído unas lagrimillas. Pero no lágrimas de tristeza, ni mucho menos, lágrimas de felicidad por verte feliz y que todo eso lo puedas compartir conmigo.
Muchas personas decían que el amor verdadero solo ocurre una vez en la vida. Y ahora lo comprendo, es cierto.
Por mucha lluvia que caiga, por muchas tormentas que pasen a lo largo de nuestra vida, nunca podrán borrar este momento.
-Estás preciosa con el pelo mojado y nunca lo había tenido tan claro; Te quiero.
Entonces me desperté retumbado con la cabeza apoyada en tus piernas, con un rayo de sol que no me dejaba apenas abrir los ojos y te pregunté: ¿Qué ha pasado?
- Te habías quedado dormido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario