Se me va la voz, al pronunciar tu nombre. Incluso tu recuerdo no me llena el vacío que tengo por dentro. Ni si quiera el hecho de sentir que te tengo cerca. Porque el estúpido de mí, ya no puede hacer nada.
Fue efímero, pero fue. Y eso es lo importante. No necesito que me lo hagas saber, porque por las noches todavía apareces en mis sueños. Y eso significa que durante el día, y durante todo el paso de este tiempo; sigues pensando en mí.
Solamente me quedan esas preguntas sin respuesta, que me hacen saber que en la vida, a veces las cosas suceden porque sí; el como nos conocimos, el momento en el que todo iba perfecto, las subidas y bajadas propias de dos tontos que no aprecian lo que tienen. O hasta tú propuesta a olvidarme de todo, y perderte.
Y aunque tú no sepas ese por qué de todas estas cosas, y yo tampoco, me hace pensar que en algo fallamos los dos. Tú en no perdonarme, y yo en no pedirte perdón.
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